Digno de citar #1 | Historia de Dos Ciudades - Charles Dickens

¡Hoola! ¿Cómo han estado? Yo con un poco (solo un poco) de flojera muy post-fiestas patrias y esperando a mi hermana para ver la cuarta temporada de Once Upon a Time. Así que les traigo una nueva sección al blog (sí, otra. Ustedes estarán pensando que debo de subir las reseñas atrasadas, pero tengo flojera XD). Se llama "Digno de citar", y trata principalmente de citar frases de libros que me hayan gustado y eso.

Como es la primera vez que me responsabilizo por marcar las frases que me gustan, creo que habrá muchas más de estás entradas a futuro, y eso. El libro que citaré hoy es nada más y nada menos que "Historia de Dos Ciudades" de Charles Dickens.

"El hecho de que desde entonces nunca más haya vuelto a verla, la convencerá de la exactitud de mis palabras, de la verdad con que aseguraré hace poco que no tengo sentimientos, y que cuantas relaciones mantengo o he mantenido con mis semejantes han sido exclusivamente de negocios. [...] ¡Sentimientos! ¡Me hace falta tiempo y voluntad para permitirme el lujo de tenerlos!"  

"–Ahora que ha hecho usted honor a la comida, señor Darnay, ¿por qué no levanta una copa? ¿Por qué no brinda usted? –¿Levantar la copa? ¿En honor a quién? –En honor y por la salud de la persona cuyo nombre tiene usted en la punta de la lengua. Debe tenerlo, lo tiene, juraría que no me engaño. –¡Brindo, pues, por la señorita Manette! –¡A la salud de la señorita Manette!"

"–Dos palabras, señor Darnay. ¿Cree usted que estoy borracho? –Creo que ha bebido usted mucho, señor Carton. –¿Lo cree nada más? Sabe perfectamente que he bebido. –Puesto que usted así lo quiere, diré que, en efecto, sé que ha bebido."

"Tristemente salió un sol triste, aunque no tanto como aquel hombre de talento indiscutible, de grandes dotes, y, sin embargo, incapaz de sentir dulces emociones, incapaz de ayudarse a sí mismo y de saborear su propia felicidad, sensible sólo al eterno desastre en que se debatía y resignado a no salir nunca de él." 

"–Adivina usted lo que voy a decir, bien que es imposible que adivine con cuánto fervor lo digo y con cuanto fervor lo siento, pues para ello sería preciso que sus miradas penetraran hasta el fondo más profundo de mi alma, para ver allí las esperanzas y temores, los anhelos y ansiedades que la abruman. Mi querido doctor Manette, amo a su hija con amor entrañable, inmenso, desinteresado, ferviente; la amo como muy pocos la han amado en el mundo. Usted ha amado también, doctor: ¡hable por mí el amor que en otros tiempos usted sintió!"

"–De ello estoy seguro. Charles Darnay. Los misterios suelen brotar de los amores profundos y de las divisiones profundas:en el primer caso, los misterios son sutiles, delicados y de difícil penetración."

"–Si hubiera sido posible que usted, [...], correspondiera al amor del hombre que en este instante tiene ante sus ojos, al amor de este ser degradado, perdido, libertino, borracho, de este despojo repugnante de la humanidad, que no soy otra cosa, usted lo sabe muy bien, la felicidad que inundaría mi alma, con ser tan grande, no me impediría ver que la unión de nuestros destinos la arrastraría a usted hasta el fondo del dolor y del arrepentimiento tardío, la envolvería con olas de deshonra. De ello estoy firmemente convencido; tan convencido como de que su corazón no puede guardar ternuras para mí. ¡No las espero, no las pido! Es más: ¡doy gracias al Cielo que las ha hecho imposibles!"

"–No permita que lo siga creyendo [...]. Créame usted, me he puesto a prueba, y el resultado ha sido deplorable: soy incapaz de redención. Sé que la estoy afligiendo, y voy a terminar. He depositado en un corazón puro e inocente el secreto más dulce de mi vida. Cuando el recuerdo de este día vuelva a mi memoria, ¿me será permitido abrigar la consoladora creencia de que este corazón lo ha recogido y lo conserva, resuelto a no confiarlo en ningún otro?"

"–Dudo mucho que tal cosa ocurra, querido Lorry. Cuando existe una tendencia firme en una dirección determinada, se hace indispensable contrapesarla de una manera, o, de lo contrario, se rompe el equilibrio."

"Jamas ha existido un hombre locamente enamorado de una mujer que la haya perdido y la haya visto con ojos puros y pensamiento inmaculado después de que haya sido esposa y madre. [...] No hablan los ecos cuando vibran estas sensibilidades que tienen su asiento en lo más recóndito del alma, pero, aunque silenciosos, susurran."

"Más tarde, recordó la señorita Pross, y no olvidó en su vida, que al aferrarse al brazo de Carton y mirarle a la cara para dirigirle una súplica muda, pero elocuente en favor de su hermano, observó en la fortaleza de su brazo y en la expresión de sus ojos algo que no solo estaba reñido con la ligereza del tono y modales de Carton, sino también transformaba y elevaba al hombre" 

"–Usted en cambio es muy joven. –Sí, no soy viejo; pero mis caminos juveniles nunca fueron los que llevan a la vejez."

"No hubiera sido difícil encontrar la fuerza misteriosa que evocó aquellos recuerdos en el fondo de su alma, semejante a la cadena que arranca de las profundidades del limo el ancla enmohecida, con sólo reparar en que paseaba solo y de noche, por las calles de una ciudad sujeta a la ley de la cuchilla, recordando con dolor las sesenta y tres cabezas que aquel día habían rodado, y pensando en los desdichados que morirían sobre el cadalso al día siguiente, y al otro, y al otro. No intentó, empero, buscarla; limitóse a repetir una y otra vez esas palabras y siguió paseando."

"Cuando compareció Charles Darnay, le dirigió Lucia una mirada alentadora, tan llena de amor sin límites y de tierna compasión que hizo que la sangre subiera a las mejillas del reo, animó su mirada y alegró su corazón. Si alguien hubiera tenido puestos los ojos sobre Sidney Carton, habría reparado que aquella mirada, aunque no dirigida a él, produjo en él los mismos efectos que en el prisionero."

 "Sin embargo no era una tarea fácil resignarse a morir, para quien, como él, conservaba fresca en su mente la imagen de su adorada esposa. Lazos muy sólidos lo unían a la vida, y era duro, muy duro, ver tan de cerca la cuchilla que los cortaría para siempre. Sus pensamientos se atropellaban, se agitaban tumultuosos en su pecho, reñían entre sí rudas batallas, y a la postre unían sus fuerzas para luchar contra de la resignación. Si momentáneamente conseguía calmarlos, brotaban de inmediato la imagen de su mujer, la de su tierna hija, se percataba de que las dejaba en un mundo, y protestaba contra ello con todas las fuerzas de su alma, ni más ni menos que si en su pecho alentase un gran egoísmo."

"Tras de nosotros vuela veloz el viento, tras de nosotros se precipitan las nubes, tras de nosotros corre la luna, las sombras de la noche nos siguen incansables pero por fortuuna, hasta entonces, nadie más corre en nuestro seguimiento."